El mundo de la traducción está en muchas ocasiones vinculado a una cuestión normativa, ya que la legislación obliga a presentar los datos relevantes para el usuario en su idioma nativo. Precisamente por la pandemia, y por la necesidad de incorporar material sanitario y de protección a gran escala, la importancia que tiene la traducción obligatoria de las instrucciones para el usuario de EPI, así como para reconocer certificados de EPI sospechosos fue crucial. La demanda por este tipo de servicios de traducción sigue al alza, puesto que los EPI no están limitados al ámbito sanitario.
Traducción obligatoria de las instrucciones para el usuario de EPI
Un EPI es un equipo de protección individual. En muchos ámbitos laborales es obligatorio, y está compuesto por diferentes materiales o elementos que permiten al trabajador desarrollar su tarea en un entorno más seguro, apostando por una prevención en el riesgo laboral. Por ejemplo, en el sector de la construcción, los cascos o las botas de seguridad resultan imprescindibles. En el caso sanitario, como comentábamos antes, las batas, las mascarillas o las viseras supusieron elementos fundamentales de prevención implantados de manera generalizada por el coronavirus.
La normativa que obliga a la traducción obligatoria de las instrucciones para el usuario de EPI no es nueva. De hecho, a ella hace referencia en todo el ámbito de la Unión Europea el Reglamento (UE) 2016/425 del Parlamento Europeo, aunque es cierto que la coyuntura de la crisis sanitaria y la importación masiva de material incrementó las necesidades de traducción a los idiomas comunitarios.
Todas las empresas que pongan a disposición de sus empleados equipos de protección individual deben asegurarse de que las instrucciones para utilizarlos de manera adecuada están en el idioma del usuario. Normalmente, los propios fabricantes son quienes gestionan estos procesos, ya que son conscientes de que la venta sin cumplir este requisito será mucho más compleja. Ahora bien, esto no es lo único importante, puesto que la falta de traducción puede inducir al propio usuario a sospechar que no tiente ante sí un equipo que haya pasado todos los procesos de evaluación legales. Por ello, también queremos poner de manifiesto algunas claves sobre cómo reconocer certificados de EPI sospechosos.
Cómo reconocer certificados EPI sospechosos
Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de EPI estamos hablando de equipos que permiten reducir riesgos y que, por tanto, es imprescindible que cumplan los parámetros para obtener esa finalidad. En realidad, el mundo de estos dispositivos es muy complejo, pero queremos resumir brevemente en que existen EPI de categoría II y III en los que los fabricantes son los responsables de pasar la evaluación del producto a través de un laboratorio independiente. Ese laboratorio debe estar en un estado miembro de la UE, y será quien se encargue de los ensayos y test para comprobar si los requisitos que exigen las normas se cumplen. Solamente aquellos dispositivos que superen los controles obtienen el conocido como certificado CE.
Sin embargo, el certificado CE puede fácilmente ser confundido por otro sello -con las letras separadas entre sí-, que solo indica que el producto tiene procedencia china. Por ello hay que estar muy atento a esos dos logotipos. Pero además, para prevenir los fraudes y posibles riesgos, existe la ESF (European Safety Federation), en cuya web se puede acceder al listado de certificados falsos o sospechosos, así como hacer búsquedas relevantes que ayuden a evitar estos fraudes.